Author: HOMO-MAQUINA-SAPIENS

Post 3. Email de Y a X

Email de Y a X.
Asunto: RE: Desde el cielo (desde Kaohsiung, Taiwan)
Fecha: 20 de Julio 2014

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X, no sabes como me alegra recibir noticias tuyas y saberte ademas «on the road» (o en el aire, según tu carta), pacificamente armado con tus artilugios de registro (tus maquinas a todo trapo dentro de un avion, esa otra maquina… ¿homo maquina, decías? Je,je). De verdad me llena de gozo saberte en tan dichosas circunstancias.

(…)

Te aclaro cuanto antes que ya me encuentro mucho mejor de salud. Sin embargo otra dolencia antigua, que ya tenia totalmente superada y olvidada, ha aflorado de nuevo estos dias debido al tremendo calor humedo del verano taiwanes, en particular en esta ciudad costera que es Kaohsiung.

(…)

Todas las impresiones de mi viaje (viaje dentro del viaje) a Hong Kong, Pekin y Japon que quise compartir contigo en su dia quedan ahora muy lejos y hasta resultaria impertinente molestarte aqui con ellas cuando andas plenamente sumergido en esas otras reflexiones tan sapiens, je, je. Recuerdo ahora, sin embargo, y en relacion al tema que nos vienes proponiendo, dos ejemplos de experiencias vividas en Japon que dan cuenta del grado en que la tecnologia se ha incorporado a lo cotidiano en aquel pais.

La primera tiene que ver con un restaurante de sushi sin camareros y con ese caracteristico trenecito circular en la barra, al que nos llevo una amiga japonesa: cada asiento tenia delante una gran pantalla plana con todos los diferentes platos que ofrecia el lugar y que tu debias pedir a tu antojo y sin ninguna restriccion. Una vez pulsado el boton del OK el platito acudia veloz a tu posicion sobre un pequeno vagon y a traves de unos railes, para regresar despues igual de raudo, y a traves de un agujerito, a la cocina invisible tras los muros. El programa informatico te permitia calcular en cada momento el importe total de lo pedido, las calorias ingeridas, etc, etc.

La otra experiencia es mas habitual y a la vez intima, je, je, se trata de los famosos retretes japoneses ultramodernos, con ducha para el ano incorporada, calefaccion, masaje, etc. Tuve oportunidad de catarlos de todo tipo y condicion, algunos realmente sofisticados con paneles de control incomprensibles para cualquier ciudadano raso procedente de otras latitudes. En las calles, en el metro, en las revistas, era habitual ver anuncios de nuevos modelos de marcas tan prestigiosas como Panasonic. En Espana nos entraría la risa si supiéramos que esta compania tambien fabrica retretes…

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En fin, dos anecdotas minusculas, casi insignificantes, al lado del pavoroso anuncio que me reportas sobre las redes de transportes auto-pensantes, en las que los pasajeros no serian mas que el alimento, las migajas necesarias, para la supervivencia de la bestia.

Mil cosas me dejo en el aire, como siempre… Eso es lo que nos constituye como personas, esa suma infinita de pequeñas (o grandes) imposibilidades, de deseos no satisfechos, de potencialidades truncadas…

Ayer me quede de pronto sin internet en mi casa y ahora te escribo, recien comido y de sobremesa, desde la de mis suegros (los dumplings caseros de mi suegra estaban deliciosos). Como habras comprobado, el teclado de su ordenador no tiene tildes, ademas el no estar acostumbrado a esta maquina hace de mi escritura un ejercicio francamente fatigoso, por no hablar del calor que se sufre en esta casa… Asi pues concluyo aqui esta breve carta, deseandote de corazon que te vaya todo muy bien por esas tierras.

Un abrazo muy fuerte,

Y

PD1: Te envio dos links para las pesquisas en curso:

Diario Turing, la estupenda seccion sobre tecnologia de eldiario.es: https://www.eldiario.es/turing/

Reportaje de El Pais sobre la industria tecnologica en Taiwan, un poco exagerado a mi juicio:

https://elpais.com/elpais/2014/06/27/eps/1403889107_186493.html

PD2: Te has dado cuenta? Ahora solo nos separa una cosa: el Océano Pacifico.

Post 2. Email de C a X

Email de C a X.
Asunto: Cráneos
Fecha: 20 de Julio 2014

Hola, X.

Con respecto a lo que me cuentas sobre Homo maquina sapiens, me surgen dudas, quizás en relación con la ambigüedad que ese título sugiere. Si algo me parece definitivo en estos momentos es la sensación de que más allá de que el hombre use prótesis cerebrales tecnológicas, lo que realmente pasa es que el cerebro está ahí afuera. El cerebro es social (antes era la moral la que se construía socialmente) y su capacidad cognoscitiva es ahora aplicable a entidades sociales o físicas (el transporte, el edificio, la red son las inteligentes). Propiamente el homo es antes technicus que sapiens, creo que son las técnicas que descubre, en ocasiones en tanto que ludens o accidentalis, las que provocan mutaciones definitivas en el sistema cognoscitivo en relación con la «idoneidad» de las respuestas. Creo que hasta la fecha «técnica» y «cerebro humano» sintonizaban al punto de que pareciera que su relación era directa, pero el cambio significativo diría que viene de que es el «cerebro mundial» (la suma y la summa de cerebros tecnológicos y físicos —como nunca antes han podido relacionarse—, las conclusiones inapelables de un big data matemático) el que está «con-venciendo» al hombre. El desplazamiento del cerebro del interior al exterior es sintomático de la complejidad de nuestras relaciones sociales, de la globalidad de nuestras fuentes de información e intereses (no se trata de una ampliación de espacio en disco sino de un desplazamiento del procesador).

Ahora pensamos que somos dos personas que se escriben pero es también —es sobre todo— que una red de mensajería sofisticada e inteligente nos escribe a los dos y a otros miles de millares. Todo es relevante si hay tiempo-espacio-capacidad de  ser analizado y si existe la suficiente desafección.

Esta última cuestión me hiela como pocas.

Abrazos, C

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Collage de John Stezaker 

Post 1. Email de X a Y

Email de X a Y.
Asunto: Desde el cielo
Fecha: 19 de Julio 2014

Querido Y:

Esta es la primera carta que escribo y envío directamente mientras viajo en un avión. Me encuentro en este momento surcando los cielos camino de la ciudad de Seattle.

Si recibiste el mail colectivo que mandamos ayer, sabrás además que inicio en estos momentos un viaje de trabajo para ver si consigo resolver un borrador de proyecto de título provisional «Homo Máquina Sapiens». Sobre lo que esas tres palabras proyectan, no tengo que darte muchas explicaciones, ya estás al tanto de nuestro interés por esos temas.

Sin embargo, antes de expresar la urgencia que me lleva a escribirte sin más demora (llevo semanas pretendiéndolo), quisiera compartir contigo una anécdota, recién ocurrida, con la esperanza de esbozarte una sonrisa cómplice.

Mientras hace un rato, aún en Nueva York, embarcaba en el avión por un prolongado pasillo-embudo zigzagueante, a la vuelta de una esquina un gran panel con un anuncio publicitario de un potente grupo bancario se impuso sobre nuestras cabezas, tratando de captar la atención de los pasajeros que transitábamos bajo su augurio. Sorprendido por la asombrosa conexión que el mensaje que nos lanzaba ese anuncio establecía con los motivos de la pesquisa que oficialmente empezaba con este vuelo, me detuve y, violentando la norma que prohíbe fotografiar en ese tipo de espacios del aeropuerto, capté precipitadamente esta imagen —¡qué placer fotografiar lo prohibido!—.

noname«En el futuro las redes de transporte pensarán por sí mismas».

Antes, retomando nuestro antiguo intercambio sobre las nuevas formas de escritura, quizás merezca la pena comentarte que la foto que hice, a su vez la acabo de fotografiar ahora con el iPad desde el que te escribo —¡cámara bolígrafo en toda regla!— mientras interrumpía un momento la escritura, nueva foto directamente tomada de la pantallita de mi pequeña cámara SONY, donde se muestra la foto original. La cámara SONY está situada sobre la repisa abatible frente a mi asiento. Donde, por cierto,  estoy emparedado entre dos mujeres que duermen, lo que imaginarás es una situación bastante cómica en mis intentos contorsionistas para no despertarlas mientras resuelvo en tan estrecho espacio el laberinto de dispositivos electrónicos y acciones que me permitan avanzar en esta improvisada sintaxis de texto e imagen.

Redes de transportes que piensan por si solas… Ahí es nada el pronóstico con el que nos amenazan sin el menor pudor. En ese pronóstico, mi trayecto New York-Seattle sería un pequeño pliegue cerebral y los pasajeros no seríamos más que una suerte de fluido que se desplaza por esa especie de circuitos neuronales. O, más exactamente, quizás la imagen más atinada sería la de unos minúsculos organismos, imprescindibles para que ese gigantesco organismo mental pudiese vivir, una especie de inmenso cerebro aéreo que cubriría el cielo al modo de esa mente inventada por Stanislaw Lem que inspiró la película Solaris, de Andrei Tarkovski. Por cierto:

solaris

En esa imagen que proyecta la imaginación no seríamos, con suerte, más que el equivalente a los billones de bacterias que conforman buena parte de nuestro propio organismo, permitiéndonos estar vivos.

La coincidencia de esta imagen a las puertas de la inauguración oficial de esta inmersión en un nuevo proyecto, es aún mayor si consideramos que tenía decidido escribirte desde este vuelo (para lo que aboné 10$ por el servicio de wifi en el avión) para saber si estás bien, antes de entrarle más al tema de fondo, para el que ya habrá tiempo de ahondar durante el viaje. El último mail tuyo que recibí, en el que me anunciabas tu llegada a Taiwán de nuevo tras tu excursión por China, reportaba unas circunstancias que me dejaron algo inquieto: no te encontrabas bien. Al parecer, esos dolores de cabeza que ya desde antes de conocerte venían torturándote, no te abandonan.

Al mirar ese gran cerebro construido con líneas de metro, mi cabeza también dio un respingo, preguntándose a sí misma: ¿cómo no va a dolernos?

Desde el cielo y con cariño, un fuerte abrazo,

X

PD-El puñetero autocorrector es una pesadilla, disculpa sus deslices, se acaba la batería del iPad que me sirve de máquina de escribir “inteligente”, y debo mandar esto sin releerlo… al menos si quiero que conserve su fidelidad el título de esta carta.